Podría haber titulado la entrada como "Una carrera de caballos II" pero habría sido poco original por mi parte y he decidido centrarme en los hechos. Me ocurrió hace un par de días: Al no entender qué había pasado para que se distanciase de mí, decidí preguntárselo. Es obvio que la pantalla de un móvil más que una ayuda es un inconveniente a la hora de comunicarse, puesto que con unos simples caracteres no se puede expresarse con claridad y fluidez. Eso mismo debió de pensar ella también cuando al rato de intercambiar mensajes escritos mi móvil empezó a sonar. Era ella.
Miré a la pantalla con cierto desconcierto, dubitativo por contestar o no. Al final decidí armarme de valor y pulsar el botoncito verde y con evidente pánico y temblor en la voz, pronuncié su nombre; no hubo respuesta.
La persona que se encontraba al otro lado del teléfono no fue capaz de articular palabra y tras largos minutos intentando hacerla hablar, desistí y colgué el teléfono.
Todo esto me ha hecho pensar en que con ese silencio resulta que se dijo mucho. Se dijo por ejemplo que era una persona asustada y con falta de valor para dar una explicación. Se dijo que estaba sumergida en un mar de dudas en el que se encontraba atrapada, y también se dijo que aunque era consciente del daño que estaba haciendo, no podía dejar de hacerlo.
Su silencio perdura hoy todavía.
Wow, es cierto hasta el silencio dice algo
ResponderEliminarMe encanta tu blog, te sigo, jaja deberias pasarte por el mio aunque dudo que te guste, despues me dices que tal ;)