lunes, 25 de julio de 2011

Las matemáticas no valen en cuestiones de amor

Por suerte me desvinculé hace ya algún tiempo del racional mundo de las matemáticas y he olvidado gran parte de lo que en algún tiempo aprendí. Sin embargo, una experiencia personal me ha llevado a plantearme la veracidad de una regla facilísima que se me ha quedado grabada en la memoria; la cosa era más o menos así:

+ y + = +
+ y - = -
- y + = -
- y - = +

Hablemos de amor: Chico conoce a chica y chica conoce a chico. ¿Qué pasa a continuación? Hay cuatro posibilidades: En el primero (y en el mejor) de los casos, el al chico le gusta la chica y a ella le gusta él; + y + = + y los dos felices y a comer perdices.
En el segundo, imaginemos que a él le gusta ella pero a ella él no; sería el + y - = -
En el tercero, pasa que a ella le gusta él, pero a él ella no: - y + = -
Y para finalizar, el cuarto caso; aquí viene la falacia, la brecha de la matemática, la excepción que rompe la regla: En caso de que ninguno de ellos se gusten en teoría tendríamos un - y - = + pero en lugar de eso lo que tenemos es un - y - = -

Alguien debería explicar que la probabilidad de que una relación salga bien, es en realidad como la probabilidad de tener los ojos azules. Los que habéis estudiado biología sabréis de qué hablo, pero en conclusión, hay una posibilidad de entre cuatro de que salga bien.

Y para terminar, me viene a la cabeza una frase que dijo una vez Jean-Paul Sastre: "Si dos personas están de acuerdo, es por un malentendido".
El amor...

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